Blanco Suave: Pureza y Amplitud
El blanco en su versión más cálida —como el blanco roto— es uno de los colores más usados para generar serenidad. Aporta limpieza visual, sensación de orden y amplitud.
Ideal para: salones pequeños, dormitorios y espacios donde busques claridad.
Beige y Arena: Calidez Natural
Estos tonos neutros evocan la naturaleza y crean ambientes equilibrados. Son perfectos para quienes buscan un estilo cálido sin saturar el espacio.
Consejo: combínalos con madera clara o fibras naturales para potenciar su efecto relajante.
Verde Salvia: Conexión con la Naturaleza
El verde en tonos suaves es uno de los colores que más calma genera, ya que recuerda al exterior, las hojas, el bosque. Es fresco, acogedor y armonioso.
Perfecto para: dormitorios, baños y zonas de descanso.
Azul Pastel: Serenidad y Equilibrio
El azul claro es un clásico cuando pensamos en tranquilidad. Transmite frescura y equilibrio, ideal para reducir la sensación de estrés.
Uso recomendado: paredes de habitaciones, estudios y zonas de lectura.
Rosa Empolvado: Suavidad Emocional
El rosa en tonos apagados o pastel ofrece una sensación de ternura y calma emocional. Es un color versátil que combina con neutros y maderas.
Idea: úsalo en textiles (cojines, mantas) para añadir suavidad sin sobrecargar.
Gris Perla: Elegancia Silenciosa
El gris claro aporta serenidad sin resultar frío. Su neutralidad permite decorar con libertad y mantiene la armonía visual.
Ideal para: ambientes minimalistas o espacios que requieren equilibrio visual.
Amarillo Pálido: Luz y Suavidad
Aunque el amarillo suele asociarse a energía, en sus tonos más suaves transmite calma y optimismo.
Aporta: luminosidad sin intensidad excesiva, perfecto para zonas con poca luz natural.